El dormitorio es el lugar donde ocurre la magia en una pareja. El sitio donde se descansa, pero también donde se disfruta. Una especie de sancto santorum donde todos tenemos nuestra parcela privada, mostrándonos realmente como somos, pero también compartimos con nuestra pareja. Es como el lugar definitivo donde comprobar que la cosa funciona entre los dos, y que hay mucho más que complicidad y cariño. La cama es el lugar donde la pareja se hace, se fortalece y se vuelve invencible incluso. Donde se arreglan muchos problemas, aunque también pueden surgir otros cuantos. Donde se canalizan los sentimientos y emociones a través de la pasión, una de las mejores formas de comunicación que hay en una pareja. Las charlas de cama son interesantes, y muy necesarias llegados a cierto punto, pero no pueden sustituir, de ninguna manera, a las relaciones sexuales. Y estas sí que son imprescindibles para mantener viva la llama en la pareja.
A este respecto, hay muchos factores que influyen en el buen desarrollo de la vida sexual de una pareja. No se trata solo de que se gusten o se atraigan, ni siquiera de que hayan mantenido esa llama del deseo encendida. La rutina, cuando ya llevan un tiempo compartiendo cama, suele hacer acto de presencia, y puede convertirse en un problema realmente serio si no sabemos atajarlo a tiempo. También podríamos hablar de la situación económica, familiar… Todos esos factores determinan que una pareja tenga más o menos sexo. Pero hay uno en el que casi nadie piensa, y puede ser igual de importante, tanto para lanzarse al placer como para disfrutarlo al máximo de verdad. Y es que en la mayoría de casos, las relaciones sexuales se tienen en la propia cama, sobre un colchón en el que depositamos todo nuestro deseo, toda nuestra vitalidad sexual. Y ese colchón puede ser nuestro mejor aliado para que estos polvos pasen de ser algo divertido a ser una cosa inolvidable. ¿Hasta qué punto afecta el colchón a la hora de disfrutar del sexo? Pues más de lo que tú piensas, y aquí te lo vamos a desvelar.
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